Després de passejar per diverses ciutats europees, és el torn de Barcelona. Ens guia Jordi Ledesma. Ens acompanyes?
La Barceloneta era un barrio obrero que
prosperaba. El ayuntamiento lo había integrado en la postal, revalorando su
entorno y mínimamente su imagen. Poco a poco sus calles perdían dureza y
marginalidad. Pero el temple de la gente no se compra. Por mucho que la ciudad
se aburguesara, sobre todo estéticamente, el barrio mantenía la esencia obrera
y la estampa pesquera, aunque a su alrededor los guiris en tropel campearan a
sus anchas, y las barcazas y botes cedieran su lugar a yates y balandros… (pàg.
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La nueva Barcelona había barrido sus
calles y arrojado los despojos sobre la periferia y las ciudades vecinas. Un
centralismo descarado otorgó a Barcelona parte del nivel que iba adquiriendo.
En la playa de la Barceloneta los guiris
se fundían al sol junto a los nativos, al olor de las paellas y a los bueno, bonito y barato senegaleses y
marroquíes que patrullaban el Passeig marítim vendiendo gafas, cinturones y
relojes de mala calidad a muy bajo precio. Por aquel entonces, el top manta no
estaba tan perseguido como lo está hoy en día, como tampoco lo estaban los
vendedores ambulantes de refrescos. La mayoría eran gitanos que transitaban
entre toallas y sombrillas llevando neveras al grito de “Refrescos, cervecita,
Coca-Cola! (pàg. 51)
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