"La biblioteca me inspira la misma sensación que la de una mañana de Navidad, como si se tratara de una enorme caja llena de preciosos libros. El ascensor está poco iluminado, y resulta sorprendentemente silencioso. Me detengo en el tercer piso y relleno un formulario para solicitar el carnet de socia, luego subo al departamento de Antologías Especiales. ... La sala está en silencio y abarrotada de gente, repleta de sólidas y recias mesas con montones de libros encima y lectores en torno a ellas. Me acerco al mostrador y cojo unos cuantos papelitos de solicitud... Voy a buscar el libro y relleno un papelito para pedirlo; pero también quiero consultar textos sobre la confección del papel en Kelmscott. El catálogo es confuso. Regreso al escritorio para pedir ayuda.” Pág. 19
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